Un lugar en el cielo del jazz
Hace cinco años ya que el pianista sueco Esbjörn Svensson murió en un desafortunado accidente de buceo. Fue el 14 de junio de 2008. Aparte de dejar un gran vacío en la música contemporánea europea, su interesante proyecto musical quedó inacabado. Ahora son muchos los músicos que apuestan y desarrollan, sobre todo las nuevas generaciones, el legado de este magnífico compositor e intérprete y su concepto de trío, en el que todos los integrantes tienen voz propia para expresarse. Este reportaje-entrevista lo rescato del publicado en su día en el suplemento «Culturas» de La Voz de Galicia.
Sucedió hace ya cinco años cuando los aficionados al jazz tuvimos que encajar y digerir la triste noticia del fallecimiento del pianista y compositor sueco Esbjörn Svensson, de 44 años, líder de la formación E.S.T. (Esbjörn Svensson Trío). Un accidente mientras practicaba buceo en la isla de Ingarö, próxima a Estocolmo, acabó con su vida demasiado pronto.
Se trata de una de esas noticias que sientan como una patada en la boca del estómago, que te deja inmóvil unos instantes antes de poder volver a tomar aire. Svensson apostó por el trío para crear un sonido absolutamente personal e identificable, como demostró en una docena de títulos como When Everyone has Gone, su primer álbum, Good Morning Susie Soho, Viaticum o Tuesday Wonderland, discografía distribuida en España y Portugal por Karonte. A estas alturas nadie suena como E.S.T., aunque ahora muchos grupos, sobre todo con nuevas generaciones de músicos, han decidido seguir la senda marcada por el pianista sueco, empeñado en romper barreras musicales entre géneros, apostando por la música como un todo, y con una paleta de influencias salpicada de múltiples sonidos, que iban desde el jazz norteamericano hasta la música clásica, pasando por la electrónica, el pop, el funk o el rock, en los que también se podía intuir desde Bach hasta Bartok o desde Bill Evans a Keith Jarret, sin olvidar el folk, como sus trabajos con el trombonista Nils Landgren.
Pongámonos en situación. El trío estaba en plena gira de presentación de su magnífico disco Viaticum, e incluía una escala en Galicia el 23 de julio del 2005, dentro del Festival de Jazz de Pontevedra. La ocasión resultó ser la excusa perfecta para intentar charlar con el pianista sueco y conocer en primera persona algo más sobre su universo musical y el de su trío. A veces mi trabajo me ofrece estas oportunidades, acercarme y charlar con alguien a quien admiras y respetas por su trabajo.
Pongámonos en situación. El trío estaba en plena gira de presentación de su magnífico disco Viaticum, e incluía una escala en Galicia el 23 de julio del 2005, dentro del Festival de Jazz de Pontevedra. La ocasión resultó ser la excusa perfecta para intentar charlar con el pianista sueco y conocer en primera persona algo más sobre su universo musical y el de su trío. A veces mi trabajo me ofrece estas oportunidades, acercarme y charlar con alguien a quien admiras y respetas por su trabajo.
La cita fue en el Pazo da Cultura, lugar del concierto. Gracias al retraso en la prueba de sonido no llegué tarde y pude disfrutar a solas y en la primera fila del patio de butacas de los últimos minutos de la sesión, en la que la formación trataba de pulir algunos cortes en los temas, anotando incluso algún que otro arreglo a bote pronto. Acabó la sesión, pero Esbjörn Svensson fue el último en abandonar el escenario. Para mí satisfacción se quedó un ratito más con su piano tocando diversos fragmentos de música clásica. Olían a Bach.
A continuación, la entrevista. La charla discurrió en todo momento en un clima muy distendido, cercano, hasta tal punto que me dio la impresión de que conocía a este tipo de toda la vida. Esbjörn Svensson estaba pletórico, ilusionado con múltiples proyectos y sonoridades en su laboratorio particular. Hora y media de amena conversación en la que fue necesario acabar prescindiendo del cuestionario para evitar herir la inteligencia del entrevistado. Transcribo algunas pinceladas de aquella charla:
«Suelo dejarme llevar por la
¶ En este concierto presenta «Viaticum», un disco en el que el contrabajo suena distorsionado, hay motivos de música electrónica, el piano percusivo... Hablamos de un disco de jazz?
¶ No sé si es jazz, hay quien dice que sí y hay quien dice que no. Yo siempre digo que somos un grupo rock que hace jazz.
¶ Supongo que no oculta sus influencias.
¶ Son inevitables. Yo he tocado en bandas de rock, pero también estoy interesado en los sonidos generados por ordenador. Seguí con interés lo que hacía Keith Jarret, aunque ahora no represente una referencia fundamental para mí, pero me sigue gustando mucho lo que hace. En la actualidad disfruto con la música de Brad Mehldau, pero en estos momentos mis preferencias se inclinan hacia la música clásica.
¶ Habla de Mehldau, quien, como usted, eligió el trío como vehículo de expresión, aunque en su formación da la impresión de que el protagonismo está más repartido.
¶ Magnus Öström [batería] y yo nos conocemos desde la infancia y en 1993 conocimos a Dan Berglund [contrabajista] y ahí empezó todo, tratando de buscar nuestro propio sonido. Hay absoluta igualdad entre nosotros a la hora de aportar ideas.
¶ ¿Qué intenta transmitir con su música?
¶ Fundamentalmente trato de contar historias; si no, serían solo notas. En general, suelo dejarme llevar por la música que sale de mi interior.
∭
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